F710
Problemas relacionados con la reproducción


anestro | ovarios quísticos (quistes ováricos) | infecciones del útero (endometritis, metritis y piómetra) | retención de placenta | vacas repetidoras


Introducción: Existe una gran variedad de situaciones que pueden causar problemas en el sistema reproductor del ganado. En esta sección se tratarán el anestro, los ovarios quísticos, las infecciones del tracto reproductor (metritis), la retención de placenta y las vacas repetidoras.

Anestro

Introducción: El verdadero anestro significa que no hay actividad ovárica; sin embargo, con frecuencia se sospecha esta condición cuando las vacas no dan señales de estro (celo). En el 90 por ciento de los casos en los que se sospecha el anestro, los animales en realidad presentan el ciclo pero simplemente no manifiestan ningún signo de estro o éste no se les detecta. Si se llevan registros de fechas de estro de cada animal, de fechas de exámenes y hallazgos, de acontecimientos fuera de lo común como partos difíciles y retenciones de placenta y de cualquier tratamiento, esto ayudará a identificar a tiempo a los animales con problemas y proveerá información que ayude a determinar las posibles causas. El verdadero anestro puede ser causado por anemia, deficiencia de fósforo, falta de peso, niveles excesivamente bajos de hormonas debido a dietas prolongadas a base de alimento almacenado, ovarios quísticos y piómetra (pus en el útero). Cada una de estas causas de anestro se trata a continuación junto con su respectivo tratamiento.

  1. Anemia: La anemia (baja cantidad de glóbulos rojos) se puede detectar en una muestra de sangre, y es causada por anaplasmosis, parásitos internos o externos, o por deficiencias de proteína, hierro, cobre, cobalto y selenio. La anemia se trata mediante la eliminación de la causa; por ejemplo, determine si es a causa de parásitos internos o externos y aplique el tratamiento respectivo, o complemente la dieta de los animales si se revela alguna deficiencia en la prueba de sangre.
  2. Deficiencia de fósforo: Realice análisis del alimento con regularidad a fin de determinar un nivel nutritivo apropiado que logre el funcionamiento normal de la sistema reproductor. Las proporciones de calcio y de fósforo deben estar entre 1,5:1 y 2:1 en la dieta.
  3. Peso más bajo que lo normal: El puntaje de las condiciones del cuerpo de los animales debe ser de 6 a 7 antes del comienzo de la época de reproducción. Antes de dicha época, prepare a los animales con un régimen de aumento de peso.
  4. Niveles bajos de hormonas debido a una dieta a base de alimento almacenado: A fin de evitar este problema, proporcione forraje fresco por lo menos durante 4 semanas al año.
  5. Ovarios quísticos: Examine a los animales de reproducción con regularidad para detectar infecciones uterinas y quistes ováricos; los animales de manejo intenso deben ser palpados después de 15 a 45 días del parto. (Véase F710 más adelante).
  6. Piómetra (infección o pus en el útero): A fin de resolver esta situación, es importante identificar la fuente de la infección y entonces utilizar prostanglandinas (PGF2a) y antibióticos, o realizar lavados uterinos. (Véase F710 más adelante).

Además, las vacas que supuestamente no presentan un ciclo (anestro), con frecuencia sí se encuentran en su ciclo normal pero pasan desapercibidas durante el proceso de detección del estro. Estos animales no entran en la categoría del verdadero anestro, por lo que se debe hacer un esfuerzo por mejorar la detección del estro. La cuidadosa observación ayudará a identificar si el ciclo del animal simplemente no se detecta o si en realidad no se presenta. Dos tercios de los animales muestran señales de estro entre las 6 p.m. y las 6 a.m. Aquéllos que tienen un estro más breve podrían pasar desapercibidos a menos que se examinen más de las dos veces acostumbradas. La observación debe durar por lo menos 20 minutos y realizarse cuando las vacas no están distraídas con otras actividades como el consumo de comida o el ordeño. El proveer una superficie que no sea resbalosa también facilita la detección de los signos de estro. (Véase A714, para más información sobre la detección del celo).

 

Ovarios quísticos (quistes ováricos)

Introducción: Los quistes que aparecen en los ovarios son, por lo general, estructuras de más de una pulgada (25 mm) de diámetro que persisten durante más de 10 días. Los quistes afectan los niveles hormonales de las vacas. Esto influye en el tono uterino y podría causar que no se libere un óvulo durante el estro, lo cual inhibe la fertilidad. Estos quistes podrían aparecer en uno o en ambos ovarios, y generalmente son estructuras de pared delgada y llenas de fluido. Los quistes son el resultado de los folículos que no ovulan. Esta afección es común en los animales lecheros y muy rara en el ganado de producción de carne.

Agentes causantes: El exceso de calcio o una gran discrepancia en las proporciones de calcio y fósforo, el alto consumo de estrógeno, la predisposición genética y las condiciones estresantes, así como otros problemas de salud que se presentan durante el proceso del parto o en el intervalo del posparto podrían causar el desarrollo de quistes en los ovarios.

Diagnóstico: Los signos más obvios que los ganaderos notan se relacionan con los ciclos de estro de las vacas. Algunas vacas con ovarios quísticos estarán en estro constante o frecuente, mientras que otras se encuentran en completo estado de anestro. Con frecuencia, la palpación de los ovarios efectuada por un veterinario ayuda a determinar la presencia de quistes ováricos. Los folículos y los cuerpos lúteos en desarrollo podrían ser confundidos con un quiste.

Tratamiento: Muchos animales se pueden recuperar de forma espontánea de un problema de quistes ováricos; sin embargo, si se requiere tratamiento, la medicina más común que se administra es la hormona secretora de gonadotropina (GnRH). La página I 135 describe productos que se utilizan comúnmente. A fin de reducir el tiempo que las vacas tardan en volver al estro, algunos ganaderos administran una dosis de prostaglandina (PGF2a) 9 días después de la dosis de GnRH. En algunos casos, se puede administrar gonadotropina coriónica humana (hCG) en vez de GnRH.

Prevención: A fin de prevenir el desarrollo de ovarios quísticos, comience por evaluar el alimento de los animales. Analice la proporción apropiada de calcio y fósforo en la dieta. Debe ser entre 1,5:1 y 2:1 en la dieta total. Si las vacas reciben más de dos partes de calcio por una de fósforo al día, podría haber una mayor incidencia de quistes. No proporcione alimentos mohosos. Las toxinas de los alimentos en tales condiciones podrían tener altos niveles de estrógeno. Dado que los productos de estrógeno inyectables (cipionato de estradiol) pueden producir quistes, su uso debe ser supervisado por un veterinario. También es posible la predisposición genética de los quistes ováricos; por lo que deben sacrificarse las vacas y los toros que se conocen como productores de crías hembras quísticas.

 

Infecciones del útero (endometritis, metritis y piómetra)

Introducción: La endometritis (inflamación de las paredes uterinas), la metritis (inflamación del útero) y la piómetra (infección o pus en el útero) son problemas que las vacas presentan comúnmente tras un parto. De no ser resueltos, éstos producen anormalidades en el estro, incapacidad de concebir y un aumento en la cantidad de tiempo sin preñez.

Agentes causantes: La mayoría de los problemas del útero son a causa de lesiones o infecciones que suceden durante o poco después del proceso de parto. Una de las causas más comunes de infección del útero es la retención de placenta. Las lesiones o la contaminación del tracto reproductor también se encuentran entre las causas comunes de infecciones uterinas y podrían ser a consecuencia de un parto complicado en el que el útero fue manipulado o se tuvo que administrar medicamentos. Las deficiencias de selenio o de vitamina E y el sobreacondicionamiento también son posibles causas. Este último, predispone a las vacas a que sufran de retención de placenta, de metritis y de otros problemas.

Signos clínicos: En la mayoría de los casos, las vacas con infección uterina se identifican por la secreción y el olor provenientes de la vulva. La secreción roja, marrón o incluso blanca que dura unas 2 semanas es normal en las vacas tras el parto. Sin embargo, si la secreción se vuelve de un olor repugnante o persiste más de 2 semanas, es muy posible que se trate de un caso de metritis. La infección del útero también podría hacer que la vaca pierda el apetito (anorexia), tenga fiebre, esté aletargada, no presente ciclo y tenga una baja en la producción de leche. El cultivo de la secreción podría confirmar si se trata de una infección y ayudar a identificar los organismos causantes de la infección y a determinar el tratamiento apropiado.

Tratamiento: El tratamiento más común que se da a las vacas cuando se diagnostica este tipo de infecciones consiste en la administración de prostaglandina (PGF2a). También se pueden administrar productos, tales como cipionato de estradiol y la hormona secretora de gonadotropina (GnRH) en lugar de prostaglandina.

Algunos veterinarios recomiendan que se realice un lavado o infusión del útero con algún tipo de solución antiséptica. Existen numerosas combinaciones de soluciones que pueden utilizarse. Una de las más comunes es la de yodo de povidona diluido, para lo cual mezcle 20 partes salinas con una parte de solución de yodo al 10%. Otras soluciones que se infunden en el útero consisten en penicilina y tetraciclina. Es importante recordar que TODAS las soluciones antisépticas que se infunden causan cierto grado de irritación y de inflamación en las paredes uterinas. Esto hace que la curación tarde un poco más y muchas veces aumenta la cantidad de días sin preñez; es por eso que, cuando es viable, muchos ganaderos optan por no administrar ningún producto en el útero.

En el caso de las vacas enfermas que tienen signos de toxemia (fiebre, inapetencia, debilidad), es importante que se administren antibióticos sistémicos, entre los cuales suelen inyectarse ceftiofur, penicilina y tetraciclina. Los animales que se encuentran gravemente enfermos también deben recibir fluidos y agentes antiinflamatorios (flunixinio meglumina) cuando sea necesario.

Prevención:

  1. Condiciones de salubridad: Mantenga limpios todos los utensilios durante los exámenes, los procedimientos de inseminación y los partos. El uso de una funda de protección o de la técnica de doble varilla para efectuar la inseminación ha sido eficaz en las manadas con infecciones crónicas. No recurra a los medios naturales si existe cualquier indicación de una infección en el tracto reproductor, ya sea de la vaca o del toro. A la hora del parto, utilice corrales o potreros que no hayan sido maltratados por las condiciones climáticas, o límpielos bien y cúbralos con paja limpia después de cada parto. La paja de tallo largo es mejor que el aserrín. Si la metritis se ha propagado mucho, deje de utilizar por uno o dos meses los corrales de partos de costumbre y atienda los partos en un sitio nuevo y limpio. Mantenga a los demás animales alejados de los corrales de maternidad.

    Asegúrese de que todos los instrumentos necesarios para atender los partos sean esterilizados, así como los brazos y las manos de las personas que presten ayuda. La aplicación de un lubricante no irritante en los brazos del personal también puede ayudar a prevenir daños al tracto reproductor. Lave la vulva de la vaca y el área aledaña con un desinfectante no muy fuerte y amarre la cola a una de las patas delanteras. Proceda con cuidado ante las contracciones de la vaca. Asegúrese de que el ternero venga en posición normal antes de sacarlo. Si surgen complicaciones que no pueda resolver, llame a un veterinario. (Véase la página F113, para obtener información sobre el manejo de la distocia).
     
  2. Dieta y acondicionamiento: En las áreas donde el nivel de selenio es bajo, proporcione complementos de este elemento o de vitamina E. El complemento inyectable de selenio y de vitamina E se debe administrar por lo menos 21 días antes del parto. Evite el sobreacondicionamiento en las últimas etapas de la gestación.
     
  3. Exámenes y tratamiento: Examine los signos de infección en todas las vacas dentro de un periodo de 2 a 6 semanas después del partos. No administre medicamentos en el útero salvo que sepa que existe una infección. Siga las recomendaciones correspondientes a la retención de placenta si se piensa que tal es la causa de la metritis.

     

Retención de placenta

Agentes causantes: Se dice que la vaca sufre de retención de placenta si ésta no es expulsada dentro de un plazo de 12 horas después del parto. Existen muchos factores que causan esta situación. Dichos factores suelen relacionarse con las vacas que tienen partos prematuros, fetos excesivamente grandes o que necesitan de una operación cesárea. Los abortos y los mortinatos también pueden ser causas comunes de retención de placenta. Las afecciones como torsiones uterinas, distocia, hipocalcemia (fiebre de la leche) y metritis pueden producir retención de placenta. Las infecciones causadas por organismos como brucelosis, rinotraqueítis infecciosa bovina, diarrea viral bovina, leptospirosis, neosporosis y salmonelosis pueden producir la muerte prematura del feto y retención de placenta. Los problemas de nutrición como el déficit de selenio y de vitamina A o E, la falta de caroteno, el déficit o el exceso de calcio y fósforo, y el exceso de vitamina D también pueden ocasionar problemas. El consumo de raciones grandes de heno, de demasiado grano, de un forraje de mala calidad o la falta de forraje fresco, se han relacionado con la retención de placenta.

Signos clínicos y diagnóstico: Las vacas tardan normalmente hasta 12 horas para expulsar la placenta; si tras 12 horas la placenta aún se encuentra pegada, quiere decir que hay un problema y se considera retenida. Las vacas con retención de placenta muchas veces tendrán parte de ésta fuera de la vagina; esto puede variar en cuanto a longitud, desde unos cuantos centímetros hasta medio metro. En otros casos, tal vez no se pueda ver ninguna parte de la placenta; en tales circunstancias, toda la placenta se encuentra dentro del útero y de la vagina. Cuando hay una infección, el ganado con retención de placenta padece fiebre, se ve enfermo y no quiere comer. A medida que la placenta se descompone y se declara una infección, se percibe un olor sumamente nauseabundo y se produce una secreción vaginal oscura con manchas de sangre.

La mayoría de los casos de retención de placenta se diagnostican al observar a las vacas. En otros se podría requerir una palpación rectal a fin de sentir la placenta y la presencia de fluidos anormales en el útero.

Tratamiento: Cualquiera que sea el caso, es importante que no intente sacar la placenta de la vaca. Si una parte de la placenta sale de la vagina, tire de ella con suavidad. Si la placenta sale con facilidad, entonces proceda a sacar todo lo que pueda con tirones suaves. Si la placenta aún se encuentra pegada al útero y no sale con un tirón leve, entonces déjela en su lugar. Si se tira de la placenta con fuerza para sacarla del útero sólo se causarán lesiones a la vaca, el alivio se retrasará, la cantidad de días sin preñez aumentará y las posibilidades de infección severa serán mayores.

El tratamiento de mayor preferencia tras el diagnóstico de retención de placenta es la administración de prostaglandina (PGF2a). También se pueden administrar productos como cipionato de estradiol y oxitocina en lugar de prostaglandina. Algunos veterinarios recomiendan que se realice un lavado o infusión del útero con algún tipo de solución antiséptica. Existen numerosas combinaciones de soluciones que pueden utilizarse. (Para más detalles véase la información anterior sobre "infecciones del útero").

Prevención: A fin de prevenir este problema, mantenga al mínimo las condiciones estresantes antes y durante el parto. Prevenga las enfermedades y los problemas como la distocia, los abortos y la fiebre de la leche. Vacune a todos los animales contra todas las posibles enfermedades relacionadas con la reproducción. Evalúe todas las raciones a fin de asegurarse de que las vacas reciban una nutrición apropiada. Si las raciones carecen de calcio, fósforo, magnesio, selenio, vitaminas A y E y caroteno, proporcione los complementos respectivos.

Vacas repetidoras

Introducción: Por lo general, las vacas que requieren tres o más servicios para concebir se consideran vacas repetidoras. La mitad de la población de animales concibe normalmente en el primer servicio, y después de dos servicios la tasa aumenta al 75 por ciento.

Agentes causantes: Las causas comunes de la repetición del servicio se deben a la muerte prematura del feto o del embrión ocasionada por la sobrealimentación masiva y por las molestias constantes que se causan en el tracto reproductor debido a los exámenes rectales. Las enfermedades infecciosas como la tricomoniasis, la vibriosis, la leptospirosis, así como las infecciones por Mycoplasma y Haemophilus también hacen que se tenga que volver a intentar la concepción. El hecho de que las vacas sean repetidoras también podría ser a causa del empleo de técnicas erróneas de reproducción, tal como la inseminación antes o después de la ovulación, y la utilización de toros poco fértiles y de semen en malas condiciones. El desequilibrio y el déficit serios de vitaminas o de minerales también podrían ser causa de que los animales no conciban.

Diagnóstico: Dado que existen muchas causas por las cuales la concepción se tenga que repetir, es importante ir descartando cada una de las posibilidades. Comience por sospechar que el problema radica en la hembra; tal resulta ser casi siempre el caso, salvo que muchas vacas se vean afectadas al mismo tiempo. Efectúe una palpación del tracto reproductor de la hembra que presenta el problema. Busque signos de infección y enfermedad o de malformaciones y fibrosis. También podría ser útil el realizar un análisis de sangre de la vaca. Realice una evaluación del programa de vacunación que ha recibido el animal. Las enfermedades para las cuales se ha administrado la vacunación adecuada se deben colocar al final de la lista de posibilidades.

Si muchas vacas se ven afectadas al mismo tiempo, comience por someter al toro a pruebas de enfermedades o de bajos niveles de semen. Haga una evaluación de la técnica empleada para la inseminación artificial y de la calidad del semen utilizado. De ser necesario, reemplace al toro o mejore la técnica de inseminación artificial y utilice un semen de más calidad.

Tratamiento y prevención: