Introducción: La anaplasmosis es una enfermedad que destruye los glóbulos rojos de la sangre. La puede contraer cualquier raza de ganado y se encuentra más a menudo en el trópico y en el subtrópico de los continentes americano y africano, así como en Australia y en el Pacífico Sur. Ha sido diagnosticada en el ganado de los 48 estados contiguos de EE. UU. pero suele ser más común en la región del sureste, en el oeste de las Montañas Rocosas y en California.
Agente causante: La anaplasmosis es causada por un organismo llamado Anaplasma marginale. Técnicamente, es un organismo ricketsial más pequeño que una bacteria y más grande que un virus. También existe una especie más benigna de nombre Anaplasma centrale, la cual es más común en África. Algunas especies de Anaplasma se encuentran en el venado y en el antílope.
Debido a que la anaplasmosis la puede transmitir la garrapata, suele ser transmitida junto con Babesiosis bovis y B. bigemina (véase la página F60). La combinación produce posteriormente la fiebre de las garrapatas, lo cual es un síndrome mortal para el ganado.
Signos clínicos: Entre los signos comunes se observan depresión, falta de apetito, fiebre (por lo general entre los 104 y 106°F (40 a 41,1°C)), disminución en la producción de leche e ictericia (encías y ojos amarillentos). A medida que la enfermedad avanza, se desarrolla anemia (falta de glóbulos rojos) seguida por una pérdida de peso y deshidratación. Se ha determinado que, por lo general, un cuadro de hipoxia (falta de oxígeno) es la causa de la muerte cuando los animales son trasladados a otro lugar o cuando se les da un tratamiento.
La edad del animal afectado suele determinar la severidad de la enfermedad. Los terneros, generalmente, sufren infecciones menores con una tasa de mortalidad ligera o nula. Los animales de un año de edad padecen más, pero la mayoría de ellos se recupera. El ganado adulto, por su parte, padece una anemia marcada y la mortalidad fluctúa entre el 20% y el 50%. Los animales que se recuperan permanecen siendo portadores de la enfermedad de por vida.
Transmisión de la enfermedad: La enfermedad se transmite fácilmente mediante la exposición a la sangre infectada. Esto podría suceder en situaciones tales como operaciones masivas de descornación, castración, etiquetado de las orejas y vacunación, sin desinfectar debidamente el equipo al usarlo entre un animal y otro. La enfermedad también puede ser propagada por las garrapatas. Se conocen por lo menos 20 especies de garrapatas que transmiten la enfermedad.
Diagnóstico: El ganado adulto que padece anemia, aún sin hemoglobinuria (sangre en la orina), y los animales que padecen de ictericia se deben considerar como que han contraído la enfermedad. Para identificar la anaplasmosis se puede recurrir a diversas pruebas. Algunas de éstas incluyen la coloración de Giemsa en los glóbulos rojos de la citología sanguínea, la prueba serológica, la prueba indirecta de anticuerpos fluorescentes y el sondeo de ADN. Por lo general, durante la necropsia de un animal infectado, la sangre es delgada y aguada, y se puede notar la ictericia en todo el cadáver. El bazo se agranda y se suaviza. El hígado se ve descolorido con manchas color caoba. La bilis es espesa y de un tono café verdusco y la vesícula podría estar dilatada.
Tratamiento: Debido a que hasta el menor esfuerzo podría resultar en hipoxia y provocar la muerte, es importante que no se perturbe al animal afectado en lo más mínimo. La mayoría de los animales que sobreviven la destrucción inicial de glóbulos rojos suele recuperarse gradualmente. El tratamiento más eficaz para la anaplasmosis aguda es la administración de tetraciclina, sobre todo si el medicamento se utiliza en las primeras etapas de la infección. Algunos intentos por curar las infecciones de los portadores han sido exitosos mediante la administración intramuscular de oxitetraciclina a razón de 20 mg/kg de peso corporal, 4 veces con intervalos de 3 días o bien, 3 veces con intervalos de 7 días.
En algunos casos, se puede efectuar una transfusión de sangre; en la cual, se suministren entre 4 y 12 litros de sangre y luego repetir la transfusión al cabo de 48 horas. También podría resultar de ayuda la administración de grandes volúmenes de agua con un tubo estomacal, al igual que el suministro de dextrosa. Si bien se pueden también administrar laxantes ligeros, se debe evitar el uso de los salinos puesto que éstos pueden causar una mayor deshidratación del animal. El acceso al alimento, al agua y a la sombra en abundancia, también es importante para la recuperación.
Prevención: Una manera eficaz de controlar la propagación de la anaplasmosis es atacar la presencia de las garrapatas (sobre todo la dermacentor) y de las moscas grandes que pican (como las moscas de los caballos). Para ello, utilice polvos y rociadores químicos. En los Estados Unidos se encuentra disponible una vacuna muerta que reduce la severidad de la infección en la mayoría de los casos. El acefurato de imidocarbo también es eficaz contra la anaplamosis cuando se administra en forma de profiláctico (para prevenir) a razón de 1,4 mg/lb y proporciona varias semanas de protección a los animales que son trasladados a una zona endémica.